martes, 1 de enero de 2008

Áño Nuevo en Santiago.


Desde el balcón del departamento de Veronica; una amiga; sí una amiga que no desea ser sólo amiga de mi hermano, observamos junto a mi familia los fuegos de artifício que nos recordaban el inicio de un nuevo ciclo de venturas y desventuras.
El inicio de una nueva etapa llena de misterios, que algunos seres sensibles frente a lo desconocido tratarán de desentrañar desde oscuros naipes del tarot o desde afriebradas cuadraturas astrológicas durante los siguientes 365 días.

De improviso, en un momento de silencio interior y de duda metafísica,me pregunté que chucha estaba haciendo allí parado como idiota, en un balcón de un departamento en un sexto piso, pendiente al igual que todo un país del cambio de folio de un nuevo año. Irónicamente este ácido crítico de las muchedumbres anónimas, las que sin cara ni espíritu son movilizadas por todos los poderes humanos y no- humanos presentes en este planeta, se había transformado en parte de ella.

A cada explosión multicolor surgida de la boca fantasmagórica de lo que momentos antes se erguía como la torre simbolo de una importante empresa de telecomunicaciones, se escuchuchaba el rugido de aprobación de cientos de personas que al igual que yo disfrutaban del espectáculo. Nadie parecía cuestionar lo absurdo de ese momento, nadie dudaba de la aparente gratuidad de ese instante de gozo que disfrutrabamos gracias a la conciencia social de una compañía que tarde o temprano por ordenes de superiores distribuirá el costo de tan magno espectáculo entre cientos de miles de cuentas de imbéciles usuarios, que satisfechos por su dósis de pan y circo, jamás tendrán conciencia de un abuso más entre los muchos a los que son sometidos a diario.

Nada es verdad, nada es mentira, todo se vé según el cristal con el cual se mira. El problema es que el color con el cual se mira es el mismo para todos.

Feliz año 2008? o esperemos a que termine para decir en propiedad si realmente lo fué ?.